OTRA OFENSA A LA SOBERANÍA DE BAJA CALIFORNIA SUR
Leonardo Reyes Silva
Parece ser que la lejanía o la indiferencia del pueblo y del gobierno sudcaliforniano dan pauta para que, cuando a alguien se le ocurra, atente contra la soberanía de nuestra tierra. Y esto en relación con el acuerdo aparecido en el Diario Oficial de la Federación en el que se le cambia el nombre a la Isla de Cerralvo por el de Jacques Costeau.
Dice el acuerdo que fue a solicitud de la Secretaría de Gobernación por la que la Dirección General de Geografía y Medio Ambiente de INEGI hizo las gestiones necesarias para registrar el cambio de nombre geográfico de la Isla Cerralvo en el Registro Nacional de Información Geográfica. Y, desde luego, la pregunta es inevitable: ¿Y a la Secretaría de Gobernación, quién se lo solicitó?
Estamos seguros que no fue la ciudadanía, ni mucho menos las instituciones civiles. O a lo mejor fue la Delegación de INEGI en nuestra entidad, que no lo creo. Más bien camelo que fue la influencia de alguien con el propósito de reconocer los méritos de Costeau. Y lo digo por que hace tiempo hubo una manifestación que se hizo pública en la que de alguna forma las autoridades tenían la intención de erigir un monumento o placa de reconocimiento para este investigador submarino de origen francés.
Lo más extraño es el silencio que guardaron las instituciones enteradas de esa ofensa. Tanto las autoridades del gobierno del Estado como del ayuntamiento de La Paz debieron haber tenido conocimiento de ello, y no digamos nuestros representantes populares en las cámaras de senadores y diputados. Y como quien ve los toros desde la barrera nada se hizo por detener tamaña iniquidad.
Ahora corresponde a la sociedad hacer un reclamo enérgico para desfacer este entuerto que ha lastimado no sólo a la población en sí, sino más bien a todo lo que representa la identidad sudcaliforniana. Un reclamo justificado por que al paso que vamos dentro de poco tiempo, el gobierno central dispondrá de nosotros como si todavía fuéramos territorio dependiente de la federación y no un estado soberano con plenos derechos y facultades.
Y vean lo que son las cosas. El topónimo de Cerralvo se lo puso Francisco de Ortega el 3 de mayo de 1632, hace nada menos que 377 años, en honor del Virrey Rodrigo Pacheco y Osorio, Marqués de Cerralvo, el que por cierto le costeó la expedición a California. En su recorrido por la península, Ortega bautizó varias islas entre ellas Espíritu Santo, Monserrat, San Ildefonso, San José y del Carmen.
Con tantos años, el nombre de Cerralvo forma parte indisoluble de las tradiciones sudcalifornianas. Es parte de nuestras raíces históricas como el arco de Cabo San Lucas, el hongo de Balandra o el cerró del Pilón de la Purísima. Y eso por no hablar de nuestras misiones jesuitas y de nuestras pinturas rupestres.
Yo creo que el INEGI cometió una pifia y tiene que remediarla. Lo menos que debió hacer es consultar al pueblo sudcaliforniano el que, de ninguna forma, aceptaría el cambio de nombre de la isla. Y no es que Costeau carezca de méritos, pero hay otras formas de reconocerlos. Así es que, para salvar el decoro, se tiene que dar marcha atrás al Acuerdo, por que de que se puede, se puede.
La voz del pueblo tiene la palabra.
DOCUMENTO RECIBIDO ASI:
Importante para los mexicanos
De: Engelbert . (escalantelo@live.com.mx)
Enviado: viernes, 20 de noviembre de 2009 12:28:26 p.m.
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